En Londres, como en cualquier lugar de Inglaterra es
costumbre beber el clásico té con pastas. La madre de Alice desde que la niña
comenzó a hacer uso de razón-en su caso muy pronto-intentó inculcarle aquella
tradición, pero sin éxito. Alice era una adicta al café al igual que su abuela,
una dama nada convencional. Siempre que llegaban las 4 se tomaba una taza de
café y cuando iba a casa de Mamá Liz podía llegar a repetir hasta tres. Se dice
que la cafeína nos es muy adecuada para niños de esa edad, pero Alice era una
niña diferente y algo como aquello solamente le resultaba interesante, un sabor
nuevo y amargo para su paladar.
Una noche, cuando viajó al País de las Maravillas fue
invitada por la Reina
de Corazones a una partida de cricket. A Alice la Reina no le gustaba del todo, le infundía un aire
de soberbia y vanidad que la niña no podía entender. En la partida un pobre
soldado salió mal parado cuando una bola interceptó a su frágil cuerpo y ésta
atravesó de lado a lado la carta. A la
Reina no pareció importarle y siguió la partida, pero a Alice
sí, ¿cómo podía tratar así a sus soldados?
Llegó la hora del té y la Reina mandó servir la infusión. Alice intentó
explicarle su desagrado hacía él, pero la Reina hizo oídos sordos. Durante la merienda, la
monarca trató con inferioridad a la niña como si fuesen de mundos diferentes.
Alice, no lo comprendía, ¿por qué era así?, y entonces se decidió a preguntar:
-Perdone mi impertinencia si me lo permite pero, ¿qué
diferencia hay entre usted y yo? ¿Qué diferencia hay entre Alice y la Reina de Corazones? Espero
que no le moleste que le diga esto mas, para mí somos iguales, seres humanos.
Entonces, ¿por qué este trato?
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