6/8/13
Los techos de hierro se inclinan
como monstruos con sus brazos
sobre los transeúntes inmigrantes.
Son fríos y mecánicos,
carentes de vida más allá
de sus putrefactas luces
y sus asientos de mercurio desgastado.
Recorren los huesos de vigas
de la abominable criatura
que con su cráneo quebrado
y su boca de dientes carcomidos
escupe aves de metal estériles.
Siento que se encoge.
Sé que se encoge.
Y se acerca con su espina dorsal
a mi endeble cuerpo de alambre-
Cierro los ojos.
Está ahí.
Se acerca.
Más.
Más.
MÁS Y MÁS CERCA.
Cierro los ojos.
Veo una cerilla en la oscuridad.
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