Realidad

¿Cuándo no se ha hablado de la Ilustración como un movimiento deshumanizador repleto de un raciocinio gélido? El hecho de que la base sobre la que se forme todo sea la razón, no predetermina la abolición de los sentimientos humanos. Sin embargo, estos no se quedan en el individuo, sino que van más allá y buscan el bien colectivo. Es la libertad el sueño más preciado de los ilustrados y el conocimiento su más temible arma. Sapere aude, decía Kant. Buscando ahora su estela, no es muy difícil detenerse a reflexionar si en esta realidad tecnológica hemos hecho de nosotros la razón o si por el contrario la razón se ha perdido en nosotros.

            El actual Estado Moderno es hijo directo del siglo de las luces . Los tres poderes fundamentales "en teoría" se han divido tal y como lo ansiaba Montesquieu, la soberanía popular a través del contrato roussoniano con el Estado se ha llegado a cumplir y la divulgación del conocimiento de manos de la enseñanza pública ha avanzado enormemente para la alegría de Diderot. Todo esto por supuesto en el plano teórico. La culminación de nuestros sueños en pleno S.XXI se llama democracia y el movimiento que maneja los hilos globalización. A la vista del público la democracia se presenta como la evolución simbólica final de la voluntad general. Según Rousseau, esta nos convertiría en seres libres, puesto que la sociedad misma se implantaría sus propias leyes, y la libertad se alcanzaría siguiendo nuestros propios códigos. Obtendríamos finalmente la ansiada libertad civil tan soñada.

            Sin embargo, no visible para todo el mundo, ante nuestros ojos nos encontramos con un Estado que utilizando como tapadera la "democracia", lo que realmente esconde es una "mediocracia" tal y como la define Ignacio Ramonet. Las decisiones están tomadas por un sector de la comunidad empresarial y de élites relacionadas. La búsqueda insaciable de la libertad de los ilustrados, parece que ha sido retorcidamente dada la vuelta y convertida en una herramienta difamadora y sensacionalista. Los medios de comunicación en lugar de centrarse en la búsqueda de la verdad y la difusión, han colaborado con un sistema corrupto que si bien usa el esqueleto de la democracia, en su interior contiene un verdadero devorador de derechos. Ante los ciudadanos se muestran los avances desde el S.XVIII: Derechos Humanos, Estado de Bienestar, derecho a las necesidades básicas, educación. La aparente adquisición de ellos provoca un sentimiento de seguridad, lo que se traduce para los gobiernos como sometimiento. Pero no es así, porque la verdadera realidad está plagada de crueldades, desigualdades y mentiras. Los medios de comunicación ciertamente nos enseñan lo que está ocurriendo alrededor del mundo, mas una cara, siempre desde el punto de vista de la cadena de la que formen parte. Es la sobreexposición a la que estamos continuamente enfrentados, la que hace que la gente no sea capaz de sentarse a reflexionar sobre sus ideas y asentarlas. Dice Chomsky que un 80% de la población se encuentra perdida y no es consciente de lo que realmente está ocurriendo, y sólo un 20% sabe cómo funciona el mundo.
           
        Nos encontramos en una realidad irreconocible, inestable y temible la cual una gran parte de nosotros no advertimos. De los simbólicos Estados quedan eso, símbolos. Existe un mundo por encima de ellos tal y como querrían representar los simbolistas franceses en sus poesías. No obstante, este mundo no se debe contemplar a través de los sentidos, sino a través de la razón como buscaba la Ilustración. El despertar del mundo esperpéntico. Dejar de lado homo homini lupus y buscar un bien común y humano.





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