Magnificencia artificial

El tiempo se me escapa entre los dedos
turbulento, lacerante, fluorescente.
Cortante hasta en mis pupilas
-espejismo insípido de los mortales-
donde huye y se retuerce corrosivo.
Explosiones iónicas degollan
las membranas amargas del "sin poder"
fatuo, narcisista, necio eterno.
¿Osas acaso encadenarlo?
Iluso, te digo.
Ilusa, me llamo.
Ah... maldito Dios humanizado.
Te burlas de nosotros endemoniado
-estúpida criatura en el silencio-
acariciádonos nuestros finitos labios,
robádonos nuestros pestañeos.

Te gané una vez, ¿recuerdas?
Entonces mis cuencas vacías
para el orbe no eran nada.
Ser y no ser.
Crepuscular fantasma de la Creación.
Sin corazón.
Nada...estéril, fría.
¡BASTARDO TE LLAMO!
Porque te escapas entre mis dedos
-rojo, negro, plutónico, azul-
y reptas entre mis pulmones,
te acuestas con mi cuerpo.
Y aún así, te escapas.
He caminado entre los cuerdos,
he soñado entre los etéreos.
Pero aquel hombre hablaba solo
y dijo:<<-te quiero>>
En mi tierra lo llamarían demente,
en mi casa vencido,
en los mares prisionero del Destino.
Aún así, yo lo llamaría señor
porque sus palabras sólo querían llegar al cielo
y ser arrastradas por el viento.

Diga te quiero, señor.

A ti

En las noches de nácar
y los días de hojas secas
dije tu nombre tres veces.
Más alto, más bajo, en silencio.
Pero lo dije.
Suave con la lengua en el paladar,
tímido entre los incisivos,
melancólico al susurrar la ...

Y al final las oscuras golondrinas
nunca volvieron a tu balcón.
Pero yo me pregunto, desconocido,
¿estás bien?
¿Siguen tus piernas de alambre,
tu corazón de musgo
y tus ojos de cóndor funcionando?
Probablemente no me recuerdes
o que de mí sólo quede un eco
ceniciento entre tus paredes de cartón.

En octubre llueve
y las hojas descienden rojizas.
Probablemente no me recuerdes,
pero tu nombre voló tres veces
entre los espirales del equinocio
 y escapó para siempre de mis frágiles labios.