A ti

En las noches de nácar
y los días de hojas secas
dije tu nombre tres veces.
Más alto, más bajo, en silencio.
Pero lo dije.
Suave con la lengua en el paladar,
tímido entre los incisivos,
melancólico al susurrar la ...

Y al final las oscuras golondrinas
nunca volvieron a tu balcón.
Pero yo me pregunto, desconocido,
¿estás bien?
¿Siguen tus piernas de alambre,
tu corazón de musgo
y tus ojos de cóndor funcionando?
Probablemente no me recuerdes
o que de mí sólo quede un eco
ceniciento entre tus paredes de cartón.

En octubre llueve
y las hojas descienden rojizas.
Probablemente no me recuerdes,
pero tu nombre voló tres veces
entre los espirales del equinocio
 y escapó para siempre de mis frágiles labios.

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