Magnificencia artificial

El tiempo se me escapa entre los dedos
turbulento, lacerante, fluorescente.
Cortante hasta en mis pupilas
-espejismo insípido de los mortales-
donde huye y se retuerce corrosivo.
Explosiones iónicas degollan
las membranas amargas del "sin poder"
fatuo, narcisista, necio eterno.
¿Osas acaso encadenarlo?
Iluso, te digo.
Ilusa, me llamo.
Ah... maldito Dios humanizado.
Te burlas de nosotros endemoniado
-estúpida criatura en el silencio-
acariciádonos nuestros finitos labios,
robádonos nuestros pestañeos.

Te gané una vez, ¿recuerdas?
Entonces mis cuencas vacías
para el orbe no eran nada.
Ser y no ser.
Crepuscular fantasma de la Creación.
Sin corazón.
Nada...estéril, fría.
¡BASTARDO TE LLAMO!
Porque te escapas entre mis dedos
-rojo, negro, plutónico, azul-
y reptas entre mis pulmones,
te acuestas con mi cuerpo.
Y aún así, te escapas.

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