Cartas sin A

Bonjour,  chérie. Te quiero, te espero, te recuerdo. Sigo en el viejo continente, en ese pueblo cubierto de dolor, de sufrimiento porque mi sol, mi luz, mi todo...¡tú!, Lis, tú te fuiste. Te querré siempre, incluso si me muero. Eres mi mundo, Lisbeth.

Te quiero ver

 No me importa ni cuándo ni dónde, sólo sé que te quiero ver. ¿Por qué? Ni yo lo tengo claro, quizás eres tú, es tu forma de ser, tu voz. Puede que sean tus ojos o tu risa incomprensible. No lo sé ni lo entiendo, pero lo que sí sé es lo que quiero. Destacas entre la multitud para mí.

Concédeme un deseo

Estrella,  tengo miedo. Espera, escúchame. No te vayas, todavía es muy pronto. Te lo ruego, espérame. ¿Me podrías conceder un deseo? Te he buscado en mares, en océanos, ríos y montañas, he gritado tu nombre al viento, he cantando al cielo, he escrito cartas a la luna, he escuchado a las flores y por fin te he encontrado. Por favor, sólo te pido una cosa así que no desaparezcas. Lleva estas palabras hasta su ventana a través de los pájaros: no me olvides. ¿Serás capaz de hacerlo?

No existe peor enfermedad

...que aquella llamada amor.A-M-O-R, cuatro sencillas y débiles palabras que juntas son tan fuertes como irrompibles. Como una vez escuché, el amor es el motor de la vida, de eso estoy segura. Pero...¿qué pasa cuando se estropea? Vivir con el mecanismo principal averiado no es agradable. Tampoco lo es empezar la mañana con una sonrisa en la cara y volver con los ojos llorosos, tener un corazón alegre e ilusionado y cuando lo vuelves a notar que esté hecho trizas. Querer es muy complicado. Duele, pero aún así puede llegar a merecer la pena.
Martes 13 de junio, 18:02 (Santander)

 Es el mes de junio. En el ambiente se respira alegría, las ganas de verano. Una chica sale del instituto con una sonrisa en la cara. Continúa caminando dando saltos y silbando. Por fin ha acabado los exámenes, puede disfrutar de las vacaciones.

Estoy deseando llegar a casa y decirle a mi madre que me han salido genial los finales. A partir de hoy todo me empezará a ir bien. 

La sonrisa de la chica se extinguió pronto. Lo único que pudo hacer fue abrir los ojos cuando vio venir el coche. La alegría desapareció con la sirena de la ambulancia.

Y yo digo...

                                   ...un mundo sin música es como una flor sin colores

                                           

Tranquilidad

Tu voz suena como un suave ronroneo, una canción de cuna que me mece hasta quedarme dormida. Me gusta cuando pronuncias mi nombre, tu voz suena imperfectamente perfecta.

Recuerdos (prólogo)

¿Qué es este lugar?

 He abierto los ojos y sólo veo negro. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? Camino y cuento los pasos: uno, dos tres, cuatro, cincuenta, ciento uno, doscientos cuarenta y cinco... Da igual cuanto camine, sigo en el mismo punto. Poco a poco comienzo a vislumbrar sombras entre la oscuridad, difusas imágenes que aparecen a lo lejos. Me acercó despacio, con cuidado, ya no estoy sola en la penumbra, me encuentro en una gran habitación ante un enorme portón. Entorno la gigantesca puerta para asomar por un estrecho espacio la cabeza. Sólo veo ruinas. Finalmente la empujo con la intención de ver que es lo que realmente se esconde detrás de ella. Desesperación.

En la ciudad en ruinas está lloviendo, el cielo está rojo. Observo mis manos, están manchadas de sangre. Mi mente se tambalea confusa y perdida en aquel océano teñido de magenta. La civilización se ha derrumbado.

Ríos rojos

 El hombre sudaba. En sus ojos se podía apreciar el miedo y la desesperación. Qué encantador, mientras estuviese vivo sería mucho más divertido jugar con él. Se revolvía inquieto en la camilla como como un pez recién sacado del agua. Le apretó las correas. Su venganza había llegado. Comenzó con un pequeño corte en el brazo para luego continuar profundizando en la carne. Lamió la sangre del cuchillo. El hombre gritó.

 Aquella auguraba ser una gran noche.

Eres como café con leche

                                       ... hueles dulce, sabes amargo y me mantienes despierta.

Dämon

Tus ojos no son rojos, pero yo realmente creo que eres un demonio.

Querido Dios

Querido Dios:
No me considero creyente, es más no creo en ti, pero de vez en cuando como cualquier humano necesito pensar que hay alguien que diferencia el bien del mal, alguien que en teoría estará ahí si yo tengo fe. Qué estúpida... aún así también tengo altibajos, quiero pensar que algún día si soy una buena persona el dolor desaparecerá. A veces quiero mandar todo a la mierda, quiero cerrar los ojos taparme los oídos y que el mundo desaparezca. Arrêtez le monde , je veux descendre. Ojalá fuese tan fácil, pero no, el mundo es un niño mimado. Puede ofrecerte la más grande de las vidas y luego con un simple chasquido hacerte tocar fondo. Qué injusto, ¿no? No soy una persona que necesite mucho para ser feliz, miento si digo que no soy ambiciosa, aún así mi felicidad es fácil de conseguir, entonces, ¿por qué no puede ser así? ¿Por qué tiene que ser tan complicado? Sé que no he sido siempre la mejor persona, que no he hecho siempre todo lo que he podido por mis amigos, que  no he puesto todo mi esfuerzo en lo que hago, posiblemente haya herido a alguien por mis inconscientes palabras, incluso puede que haya sido demasiado egocéntrica y no haya querido dar la cara ante el mundo. Puede que haya hecho todas estas cosas y más, así que espero que todas las lágrimas que derrame perdonen mis errores o al menos la mayor parte de ellos. Querido Dios, una cosa más, ¿por qué has hecho a los seres humanos criaturas tan deplorables? Obligados a cargar toda la vida con pesares, pecados, muertes, traiciones y soportarlos simplemente porque saben que al otro lado existe esa paz que tanto ansían, ese abrazo cálido y acogedor que nos mece hasta quedarnos dormidos sin ninguna preocupación. Realmente eres cruel. Sé que por mucho que lo intente nunca conseguiré ser un ángel, pero me conformo con ser un demonio con alas blancas. Me conformo con gritar al mundo, con que mi voz sea escuchada. Me conformo con ser alguien.

Egoísmo

 Desde pequeña he soñado con algo, quizás estuviese demasiado alto para mí. Quizás fui demasiado codiciosa, puede que incluso egoísta. La verdad es que no me arrepiento.

 Busco la perfección.

La caída del héroe

 Las llamas devoraban la ciudad poco a poco. El castillo era ya una bola de fuego y de los pequeños comercios sólo quedaban esqueletos de acero. La ciudad se moría.
A pesar del aspecto que ofrecía, de entre aquel infierno todavía seguía saliendo gente dispuesta a dar la vida por su patria. Los cadáveres se agolpaban en las aceras, bajos, parques... un manto negro cubría cada esquina. Olía a muerte.
-¡Alzaros, pueblo de Milos! ¡No os rindais, luchad hasta que sólo quede de vosotros el alma!-gritó un chico desde lo alto de la catedral
-¡Sí, Gideon!-resonó una voz al unísono
 En un pequeño fuerte se resguardaban una chica muy joven y su hermano pequeño acurrucados contra el muro. El niño lloraba, pero su hermana lo calmaba como podía con suaves caricias.
-Rina, vamos a morir-sentenció el pequeño
-No digas eso, Leo. ¿No ves que Gideon sigue vivo?-dijo con voz esperanzadora-Él es nuestro príncipe, nuestras esperanzas, nuestro futuro. Si tienes fe Dios te escuchará y venceremos. Cree en él.
-Nunca debes confiar tus esperanzas ni tu vida a otra persona, únicamente tú eres dueño de ellas. Este es el fin, Rina. Observa tu ciudad, nuestro hogar. Ese príncipe sólo representa los huesos corroídos de una gran civilización. Sólo es un espectro.
-¡No oses...!
 Durante unos segundos se hizo un silencio sepulcral y tras ellos se comenzó a escuchar el llanto de un bebé. En el suelo yacía Gideon con una espada clavada en el pecho. El héroe había caído.

Estoy lista si tú lo estás

-¡Atrapen a ese joven vivo o muerto!-ordenó el guardia-No me importa cómo ni con qué, pero tráiganlo ya. ¿Me han oído?
-A la orden, sir.
Los chicos galopaban todo lo rápido que podían, los guardias del rey pronto los cogerían. El camino era complicado y sombrío, y las piedras dificultaban el paso de caballo haciendo que el corcel cada vez estuviese más cansado. Los cabellos de la joven se movían con el viento de un lado a otro  haciendo que pareciesen una maraña de rayos de sol al atardecer. Iba agarrada fuertemente a la espalda del chico y él le hablaba suavemente para que se calmase. Los dos era realmente jóvenes, la chica tenía unos 17 años apróximadamente y él 19.
Tras cruzar el tramo final del bosque llegaron a un pequeño lago rodeado de frondosos árboles y desgastadas rocas. El cielo anaranjado comenzaba a tornarse azul oscuro y el sol dejaba paso a una luna que se asomaba tímidamente por el firmamento. Pararon a descansar en la orilla de aquel minúsculo oasis y se sentaron en uno de los pedruscos mientras observaban cómo el caballo bebía. La luz le daba pequeños toques rojizos al cabello rubio del joven y hacía que sus ojos resplandeciesen como dos monedas de oro antiguo. El de ella brillaba como una llama de fuego incandescente y mirarla era contemplar un diminuto pedazo de mar.
-Lo siento-dijo la chica
-¿Por qué, Claire? ¿Acaso no eres feliz ahora?-preguntó el joven
-¡Claro que lo soy, Gilbert! Pero...¿y si nos atrapan? No puedo vivir pensando que te harán daño y que todo haya sido mi culpa-exclamó Claire
-¿Tú culpa? ¡¿Tú culpa has dicho?! Que yo sepa nadie me ha obligado a sacarte de ese castillo y que no escapemos juntos-contestó frustrado
-Lo sé, pero yo aún así te quiero demasiado. No puedo arriesgarme a perderte, lo mejor es que vuelva a los territorios de mi padre. Así al menos a ti no harán nada-sollozó
-Claire, mírame-sujetó su barbilla con ternura y la miró a los ojos-¿Crees que te dejaré ir después de todo lo que hemos pasado? A partir de ahora tú y yo ya no somos hijos de quienes éramos, ya no somos nobles. Podemos vivir una vida tranquila sin guerras ni traiciones, sin matrimonios concertados, ¡sin nada! Podemos ser nosotros y lo más importante, podemos estar juntos. ¿Estás preparada para pasar toda una vida a mi lado llena de aventuras y diversión?-sonrió
-No sé cómo lo consigues, pero siempre me acabas convenciendo-dijo riéndose- Estoy lista si tú lo estás, aún así debes saber que no voy a ir detrás de ti cada vez que te metas en un problema y no esperes que te hable siempre con una sonrisa en la cara-sentenció
-Realmente me tienes atrapado, ¿sabes que cuando intentas hacerte la complicada te pones roja? No hace falta que lo hagas, aunque digas que no me sonreirás siempre, lo harás. Estoy tan seguro de ello como de que me llamo Gilbert Black-aseguró
-Eres tonto de verdad y mira que yo pensaba que sólo te lo hacías-contestó entre carcajadas-Venga vamos, dentro de nada se hará de noche y como no apuremos los caballeros de mi padre pronto nos cogerán.
-Vale, pero antes quiero hacer una cosa. Mientras cabalgo es demasiado complicada.
-¿Y qué quieres...?
Claire no pudo llegar a terminar la frase, los labios de Gilbert ya estaban rozando los suyos

¿Qué quieres?

-Nina, ¿quieres algo especial por tu cumpleaños? Es que no sé qué comprarte.
-Lo que yo quiero no se puede comprar.
-¿Por qué? Dímelo y lo busco.
-Porque lo que yo quiero no está en ninguna tienda, ni aquí ni en ningún lugar del mundo. Lo que yo quiero, es a ti. Te quiero aquí, a mi lado. Quiero tu compañía, tu voz, tus palabras. Quiero tu sonrisa, tus manías, tus ojos. Quiero un abrazo tuyo, pero lo que más quiero que es me quieras. ¿Crees que lo podrás conseguir?

Atrapado entre seis cuerdas

 En un apartamento a las afueras de Londres, un joven estaba tirado en una amplia y vieja cama dando una última calada a su cigarrillo. La habitación estaba impregnada por el olor a Dark Hole, una marca poco conocida y comercializada en el país debido al sabor dulce que producía a muchos clientes. Abrió el paquete, sacó un nuevo cigarrillo y lo prendió con un mechero metálico y oxidado. Sus dedos eran largos y delgados y en el anular de la mano izquierda  llevaba un anillo que se lo cubría completamente dejando al descubierto sólo las uñas. Cuando cayeron por fin las últimas cenizas y la luz del pitillo se apagó el guitarrista abrió los ojos. En medio de aquella inmensa oscuridad intentó buscar algún objeto reconocible sin éxito. Palpó la cama tratando de identificar  el lugar dónde se encontraba y fue entonces cuando se dio cuenta de que se hallaba en su propia habitación. Ayer se había vuelto a acostar con una fan suya, él únicamente jugaba con ellas. Le interesaba el sexo y nada más, una vez que lo hubiesen complacido no eran útiles. La de anoche había sido muy fácil, había caído como una mosca conforme le había hecho unas pocas insinuaciones. En la cama le había resultado aburrida ya que era su primera, demasiado sencillo..
Mañana debía coger un avión a París otra vez, tenían un concierto muy importante en un garito cercano al centro. Se levantó lentamente y apoyó los pies con cuidado en el suelo sosteniéndose con las manos en el mueble más cercano. Las drogas y el tabaco le estaban pasando factura, últimamente el pulso le temblaba y la vista se le nublaba. La adicción en los pasados meses había ido en aumento y ya no podía dejarlo. Cuando Roxan le había dejado por no poder abandonarlas, comenzó a frecuentar los pubs que abrían hasta la madrugada emborrachándose con litros y litros de Vodka. Mientras cogía su guitarra, se acababa de poner su camiseta gris y desgarrada y su collar de pinchos metálicos encendió un nuevo cigarrillo. De camino al aeropuerto, a través de las ventanas del taxi observó como caía la lluvia y pensó en Roxan y en sus ojos azules. Realmente nunca había conseguido olvidarla y por muchas chicas con las que se acostara ninguna era Roxan.  Un guitarrista es un ser nómada, un alma errante, por muchos lazos que lo aten a una persona es imposible que permanezca con ella eternamente; tarde o temprano se romperán. Vive por y para la guitarra, su única amante.