Hurt

 Celia, no me esperes por favor. No te sientes en esa silla vieja y carcomida mirando el reloj porque sabes que no apareceré por la puerta. No me busques ni me llames, no recuerdes mi rostro ni mi voz, todas mis palabras fueron mentiras. Odio tus bizcochos, tus corazones dibujados con nata, odio todas y cada una de las sonrisas que me dedicas. Es otoño y los amores de verano son tan sólo de verano, pasajeros... Hice mal, lo sé y nunca me lo perdonaré; lo nuestro, ese tú y yo debería de haber quedado tras aquella playa de arenas blancas. Jamás debió de avanzar de ahí. Lo siento, no te voy a pedir que me perdones, pero sí que no continúes de pié aguardando a alguien que no volverá. Te haré daño tarde o temprano, no estoy hecho para ti querida Celia. Sabes que a pesar de que llores en mi camisa, que me supliques que vuelva, no volveré porque antepongo mi felicidad a la tuya. Nunca me podrás retener, aún así espero que consigas todo, que seas feliz y te olvides de mí. Te defraudaré de todos modos. En lo que me he convertido no debe ser visto por ti, dulce amiga, tengo que continuar mi vida y encontrar mi camino. Te ayudaré, desapareceré de tu mente para siempre como una brisa de aire otoñal. No me busques, empezaré de nuevo a miles de kilómetros de ti. Te haré daño.

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