Es diciembre, los copos de nieve caen cubriendo las calles como un manto de lirios blancos. Hace frío. Suspiro de nuevo y me pongo la capucha, no quiero que nadie me vea. Me acerco a la barandilla y me subo a ella, parece que toco el cielo. Alargo mi mano y miro al horizonte, pronto habrá pasado ya un año desde que se fue. Duele. De un salto bajo y llego al suelo, camino dejando mis huellas al paso. Sonrío, las lágrimas resbalan por mis mejillas. Unos conocidos ojos marrones me observan. Ha vuelto.
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